Las vacaciones son una época muy esperada por gran parte de la población. Sol, amigos y amigas, maletas, familia, montaña, nuevas ciudades y paisajes, reencuentros… Un sinfín de momentos, emociones y actividades que nos esperan ansiosas durante meses para ser agarradas y disfrutadas con fuerza. Anhelamos poder vivir gran variedad de instantes y aventuras, llenamos nuestra agenda y mente de planes por lograr, queremos dejar atrás los horarios rutinarios y, sin embargo, parecemos estar corriendo un maratón de sucesos encadenados casi sin espacio ni tiempo entre uno y otro. Sí, como ya os habréis percatado muchos de vosotros, las vacaciones también pueden acarrear estrés y presentarse totalmente alejadas del idílico descanso si no sabemos gestionar bien nuestras emociones, prioridades y tiempo.

¿Qué debemos hacer si deseamos unas vacaciones satisfactorias?

1. Plantéate qué te satisface

Así de simple. Bueno, quizá no tanto. Zygmunt Bauman afirmaba que “el mundo generado por el <proyecto moderno> se comporta como si los humanos tuvieran que ser compelidos a buscar la felicidad, al menos la felicidad esbozada por los que se han erigido en sus asesores y consejeros, así como por los redactores de publicidad.” Sabemos que como seres sociales que somos, el entorno colectivo nos influencia más a menudo de lo que desearíamos sobre nuestras vidas, nuestras consideraciones, nuestros deseos, etc. Sin embargo, no debemos olvidar nuestra individualidad (no en un sentido negativo y egoísta de la palabra) como seres con capacidad de criterio propio, con consciencia de un Yo. ¿Qué es lo que te hace feliz? ¿Qué es lo que te gusta? No importa grande o pequeño, si requiere mil parafernalias o es sencillo. No importa que encaje en los anuncios televisivos de viajes o si le gusta a tu vecina Pepi o a tu amigo Fran. Tú, ¿qué quieres? ¿Qué te gusta? ¿Qué te hace sonreír?

2. Escucha tus ritmos vitales

Una vez encontradas aquellas cosas que realmente nos gustan y nos hacen sentir plenos y plenas, lo habitual suele ser ponerte manos a la obra para lograrlas. Pues bien, ¡craso error! En ocasiones, más de las que nos pensamos, puede ocurrir que se dé cierta disonancia entre aquello que queremos hacer y lo que somos capaces de hacer. ¡Ojo! No se trata de resignarnos, de creernos menos o incapaces de llevar a cabo algo. Este punto consiste en hacer un trabajo de introspección, conociendo nuestros puntos fuertes y también los flojos, moldearlos y usarlos para nuestro propio beneficio, encontrando el equilibrio entre lo que necesitamos y nuestro mundo emocional y físico nos permite hacer, y lo que con fuerte anhelo deseamos hacer. De nada sirve ponerse una larga lista de objetivos y metas, por felices que pueda hacernos conseguirlos a priori, si por distintos factores (desde el tiempo que disponemos, nuestra energía a según qué horas, nuestras necesidades sociales e individuales, etc.) no podremos cumplir. Debemos conocernos a nosotros mismos y mismas, nuestro modo de funcionar, tanto para respetarnos como para darnos el empujoncito que necesitamos para avanzar y mejorar. De este modo, seremos capaces de llevar a cabo aquello que nos propongamos.

3. «Elabora» Tu plan

Lo tienes claro. Sabes lo que quieres y cómo encajarlo con tu modo de ser. Ahora debes llevarlo a cabo. Para eso es bueno trazar un plan, pero, ¡cómo no! de nuevo personalizado y adaptado a ti. No a todas las personas les gusta marcarse pautas y horarios. En cambio a otras les encanta anotarse en una agenda con mil colores y post-it’s distintos lo que quieren hacer, ideas e incluso resultados. ¡Encuentra tu forma! La cuestión es tener presente una ruta de acción (o varias alternativas) más o menos completa (esto dependerá de tu forma de actuar y necesidades) que te marque unas pautas mínimas para poder llevar a cabo esas metas que anteriormente te habías planteado. Tu decides si dejas esa ruta dibujada en tu mente o la pasas al papel.

Por ejemplo: marcarte unas horas aproximadas entre las que levantarte por la mañana, establecer un mínimo de días realista en los que vas a realizar ejercicio, pasear, estar con amigos o bien disfrutar de tu soledad; ponerte un máximo de horas diarias con las que estar con el móvil o “apalancad@” en el sofá, etc. El grado de concreción y la cantidad de directrices te las pones tu mismo en base a lo que sabes que necesitas y de tu modus operandi.

Además, si te va a resultar más sencillo, puedes enlazar este paso con el primero y anotar también aquellas cosas que te habías planteado como las que van a hacer de tus vacaciones una etapa verdaderamente satisfactoria, estableciéndolos como “mantras” u objetivos, como te resulte mejor para poder llevarlos a cabo.

4. Sé flexible (cambia lo que necesites)

Todos sabemos que por muchos planes que hagas siempre puede ocurrir alguna cosa y hacerte cambiar de rumbo o terminar por truncar del todo la ruta marcada. Aunque eso pueda frustrarnos no conseguimos nada de una frustración mal canalizada y sin un siguiente paso de acción. Desde finales del siglo XX nos hemos ido adentrando en una sociedad fluctuante y continuamente cambiante en muchos ámbitos: económico, político, cultural, laboral… Y por ende también en el ámbito personal. Siempre han tenido lugar crisis y épocas de perturbación, pero no es hasta entrados en los años 70’ que las crisis y los cambios pasaron a ser la dinámica habitual de vida en las sociedades postmaterialistas. De ahí que la capacidad de las personas a adaptarse al cambio sea una habilidad crucial en el nuevo modelo social basado en la voluntad del desarrollo personal y una mayor libertad para escoger. 

Sé capaz de encontrarle pros además de los contras a los cambios repentinos. Modifica y adecúa tus planes, tu modo de hacer o incluso reajusta tu objetivo final – siempre fiel a tus principios, no estamos hablando de conformismo ni de abandonar y cambiar tu modo de ser -. Trata de sacar partido a aquello que esté en tus manos y reemprende el camino hacia tu meta.

Parece algo sencillo, pero en un mundo plagado de estímulos y referentes (algunos a la fuerza) y con la rapidez e inmediatez por bandera, puede llegar a ser complicado encontrar tiempo para reflexionar sobre un@ mism@, saber qué nos gusta, qué deseamos, qué nos beneficia y cómo somos; cuestiones básicas para respetarse y vivir con plenitud. Y es que, al fin y al cabo, ¿sería absurdo tomarse un periodo de descanso y ocio como son las vacaciones con prisas, metas rígidas, comparaciones, competiciones y estrés, verdad? ¡Sigue y trabaja los pasos anteriormente comentados y disfrutarás muchísimo más de tus vacaciones!

¿Y durante el resto de año? ¿Es posible evitar el estrés?

¡Ah, amigo! Te ha gustado la idea de vivir en paz y acorde a ti mismo o misma, ¿verdad? Pues en efecto, es posible. Y para explicártelo, ¡aquí tienes de regalo el 5º paso o consejo!

5. Trata de encontrar tus momentos satisfactorios durante todo el año

Poder tener tiempo para tu descanso y desarrollo personal te aportará muchos beneficios tanto para mejorar tu día a día debido al bienestar que consigas, como incluso aportará también beneficios a largo plazo que evitaran el ansia ante proyectos que estén por llegar. Muchas personas viven con el anhelo casi agobiante de que lleguen las ansiadas vacaciones. Ansiadas. Vamos a estudiar el concepto: ¿Creéis que es sano que unas vacaciones sean “ansiadas”? La ansiedad es un malestar o sufrimiento emocional que se manifiesta cuando nos anticipamos a un posible estímulo futuro, por lo general, siendo este negativo. Y es que la ansiedad de lograr un “verano perfecto con todo planeadísimo al detalle” viene dada por la posibilidad de que eso no sea así, de que no lo logremos bajo nuestros ideales, y a ello se le suma el agobio y malestar sufrido durante todo el año.

Debemos encontrar momentos tanto de ocio como de desarrollo y bienestar individual en nuestro día a día, dejando atrás ese anhelo agobiante y la ansiedad que sufrimos durante once meses pensando en lograr un máximo disfrute aglutinado en tan sólo 30 días al año. Hace pocos meses la OMS incluyó el síndrome del trabajador quemado (Burnout) en su Clasificación Internacional de Enfermedades, considerándolo problema asociado al estrés crónico resultante de situaciones laborales que no se han gestionado adecuadamente. Para evitar caer en este síndrome es importante aprender a realizar introspecciones sobre un@ mism@, tomarte tu tiempo, reflexionar, averigua qué es lo que te cansa o aquello que detona tu malestar en tu día a día y, por supuesto, realizar actividades tanto de desconexión y ocio como actividades de atención plena individuales para mejorar nuestro desarrollo y bienestar personal. Haz que cada día, que cada semana, tengas pequeños instantes de descanso, de divertimento, momentos de recarga de pilas, momentos que te satisfagan y dibujen en ti una sonrisa, disfrutando y viviendo con plenitud todos los días que el año te brinda.

¿Te interesaría aprender más sobre cómo combatir el Burnout? ¿O bien aprender a llevar a cabo técnicas para reforzar tu desarrollo personal? ¡Consultanos sobre nuestros talleres!


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