Polémico artículo, lo sé. Es nombrar el concepto “feminismo” y te crecen enemigos y enemigas por todas partes, tanto si consideran formar parte del movimiento como si están en contra. Bien, el objetivo de mi artículo, lejos de aparentar una de esas disputas de bar, de replicar a los fantásticos “cuñadismos” o de dar pie a  discusiones ancladas cada una en su corriente disputándose el título de “El feminismo real”, pretende ser una oda a la transversalidad y, por ende, a la importancia de este movimiento o modelo de vida.

Nos encontramos en la cuarta ola del feminismo. Ésta, aunque come de las anteriores olas así como éstas lo hicieron de sus antecesoras, también se impregna principalmente del entorno actual en el que estamos, analizando cómo la globalización, la sociedad informacional y la era digital de las comunicaciones en red influencian en las relaciones (tanto personales como laborales), en los roles y en el desarrollo individual y colectivo de las personas. Todo ello con un objetivo común como es la lucha contra el patriarcado y con el lanzamiento y auge de un nuevo concepto para lograrlo: la sororidad.

En la actualidad, quien quiera averiguar por sí sol@ sobre feminismo, se encontrará con una gran diversidad de corrientes feministas las cuales se sitúan a lo largo – y entre medio – de distintos ejes teóricos, socio-económicos y estructurales en cuanto a relaciones de poder, y que nacen de distintos estados de la cuestión, cada uno con sus matices*. Cierto es que, por consiguiente, el feminismo ahora se encuentra muy disgregado e incluso presenta disputas internas que, como de costumbre en estos casos, diluyen la capacidad de consecución del objetivo básico y principal del movimiento genérico: la igualdad entre las personas indistintamente de su identidad**, orientación y circunstancias. A qué corriente del feminismo acogerse – o qué “mezcla” conceptual prefiramos adoptar – corresponde a cada un@ de nosotr@s mism@s, así como construir nuestra propia manera de vivir y desarrollar el feminismo; lo cual, sólo es posible si se educa desde el feminismo

Y aquí llega el miedo. Miedo a que “cambien a nuestros hijos e hijas”, miedo a que “les impongan ser homosexuales”, miedo a que “les obliguen a adoptar unos roles que no son los suyos”, miedo a “la promiscuidad y descontrol sexual”, miedo a “perder mi identidad de hombre”  o incluso de mujer, sin tan siquiera haberse planteado antes cuál es esa identidad ni por qué. El feminismo no consiste en nada de éso: no impone, no obliga, no desdibuja identidades ni desinforma y transforma en peligrosa la sexualidad. Todo lo contrario: el feminismo permite vivir y elegir, informa para ser capaces de escoger con conocimiento de causa, permite conocernos a nosotr@s mism@s emocional, física e intelectualmente como seres individuales y en sociedad.

Educar desde el feminismo no es imponer una de esas corrientes (de las cuales las más temidas suelen ser las radicales, las únicas que la gran masa de contrarios quiere reconocer – algo sospechoso por su parte -), sino dar la información necesaria así como formar en capacidad crítica para aprender, crecer y hacerse un@ mism@ y construirse la identidad deseada. Educar desde el feminismo no es condicionar a alguien para que viva su vida de una manera concreta, sino mostrar la diversidad existente y que habitualmente ha sido escondida, prohibida, burlada y maltratada, y permitir que las personas vivan su vida sin interferir a otr@s ni ser interferid@s. Educar desde el feminismo no es dejar de lado a una parte de la sociedad, es poner el punto de mira al colectivo históricamente olvidado para estudiarlo, darle valor, respeto y tratarlo con justicia en todos los ámbitos de la vida. Educar desde el feminismo es dar voz a l@s callad@s y oprimid@s, también a aquellos a priori pertenecientes al colectivo masculino meramente por sus genitales pero que no cumplen ningún rol propio de la masculinidad tradicional, arcaica y machista.

En definitiva, educar desde el feminismo es educar desde el respeto. Es educar desde el empoderamiento personal e individual de todas y cada una de las personas que integran una sociedad, sin distinción alguna. Es educar desde la conciencia colectiva de la existencia de desigualdades y abusos, y de la necesidad de luchar contra todas éstas.


* E. Mora y M. Pujal a partir del texto: Madoo Lengermann, Patricia y Niebrugge-Brantley, Jill (2002). “Teoria feminista contemporanea”. En: Ritzer, George (2002). Teoría sociológica moderna. Madrid: McGraw Hill, p.391
** Identidad entendida no como parte del concepto “identidad de género”, sino en el sentido más amplio y abstracto de la palabra: identidad como la construcción de nuestro ser, nuestros pensamientos, gustos, sentimientos, etc.


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